domingo, 16 de octubre de 2011
El Pensar de Heidegger
El pensar de Heidegger
Msc. José Manuel Gómez
Doctorante en Ciencias de la Educación (UNERMB)
josemanuelgog@gmail.com
Cuando nos preguntamos ¿qué quiere decir pensar?, como podemos responder a esa interrogante, Martín Heidegger realiza esa misma inquietud y la resuelve esta pregunta en su libro ¿Qué quiere decir pensar? del año 1951 donde busca desentrañar el origen y la esencia del pensar mismo. En el desarrollo de sus pensamientos explica: lo gravísimo que es que aún no se esté pensando, la diferencia entre pensar y opinar, y la importancia de analizar a profundidad el concepto alrededor del planteamiento de dicha pregunta; critica a las ciencias fuertemente dado que no piensan y que se basan en la técnica, desconociendo por completo la esencia misma de la ciencia; retoma conceptos sobre el súper hombre y en general de toda la filosofía, define en gran medida la asimilación del ser y del pensar.
Antes de iniciar el recorrido por lo que nos parece de la pregunta, es preciso aventurase en lo que nos presenta Martin Heidegger en su libro, el cual plantea:
“Pero el hombre pasa por ser aquel que puede pensar. y pasa por esto a justo título. Porque el hombre es el ser viviente racional. Pero la razón, la ratio, se despliega en el pensar. como ser viviente racional, el hombre tiene que poder pensar cuando quiera. Pero tal vez el hombre quiere pensar y no puede…”
El hombre tiene las habilidades para desarrollar el pensar, ya que es un ser viviente racional, con todas las cualidades compleja que lo permitan realizar el pensar, pero que no le permiten al hombre desarrollar ese pensar, que será esos obstáculos que no pueden pensar, si el hombre quiere y está en la obligación de pensar por ser un ser viviente racional.
No sabemos aún qué significa pensar, pero es preciso atreverse, aventurarse, en acometida común, en dibujar la imagen del pensamiento. Sin aún ser portadores del significado del pensar, vamos a ver que nos conduce al significado del Pensar.
Parece una presunción afirmar que todavía no pensamos. Ahora bien, la afirmación no dice esto. En esta afirmación que plantea Heidegger señala que se está mostrando la preocupación en la ausencia del pensamiento. La afirmación de que todavía no pensamos, es lo preocupante, tiene que mostrarse en el hecho de la cual nosotros aún no pensamos. El hecho de que todavía no pensemos, sería sólo un descuido, una negligencia por parte del ser humano, de esta sociedad que nos invita a no pensar. Entonces, esta falta se le debería poder poner remedio de un modo humano, por medio de unas medidas adecuadas que se aplicaran al ser humano.
Cuando hablamos de pensar nos referimos a nosotros mismos pensamos. Para que nuestro intento de pensar sea alcanzado por el éxito, es menester que estemos dispuestos a aprender a pensar. Al someternos a tal aprendizaje, ya hemos admitido que todavía no sabemos pensar.
Vamos a indagar el origen y la esencia del pensar mismo. Heidegger dice que no pensamos, que el hecho de tener la capacidad de pensar no es razón para decir que pensamos, sin embargo es una manifestación que proviene del inconsciente, según Heidegger, y que es una manifestación de la esencia del pensar mismo. Es decir, este ser del pensar se encuentra en nosotros y se comienza a manifestar por medio de nuestra interacción con el mundo el cual vivimos, es sólo así, es que puede descubrirse la esencia del pensar.
El hombre puede pensar en tanto tiene posibilidad de hacerlo; más tiene la posibilidad de realizarlo pero no es todavía una garantía de que seremos capaces de realizarla, ya que solamente somos capaces de hacer aquello a que entendemos.
Según Heidegger:
“es posible que hasta nuestros días, y desde hace siglos, el hombre haya estado actuando demasiado y pensando demasiado poco. Pero cómo puede hoy sostener alguien que todavía no pensamos si por todas partes está vivo el interés por la Filosofía, y es cada vez más activo, de tal modo que todo el mundo quiere saber qué pasa con la filosofía”.
Esta exhortación, que se levanta no sólo a manera de persuasión sino también como consigna para el hombre, un llamado a ser para comprender, entendiendo que todo los que hacemos a diaria y actuamos en nuestro vida cotidiana, no está relacionado a pensar sino que a veces no realizamos porque veces filosofamos mucho pero pensamos pocos, comprendemos el significado de pensar y no sabemos.
La inquietud, en nuestro tiempo que da que pensar, se muestra en que todavía no pensamos. Ese hombre de esta sociedad que vivimos y en modo alguno sólo porque el hombre no se dirija de un modo suficiente a aquello que está por pensar.
Heidegger construye su reflexión sobre lo que la filosofía es apuntando, lo que hay que saber que la filosofía no nos puede dar: la técnica, en una comprensión del mundo que reduce todo a la utilidad y proyecta para los saberes un destino tan solo instrumental, la filosofía se presenta entonces como el hecho de estar inscrito en una clase de pensamiento dominado por determinada racionalidad técnica y científica que venera la idea de que todo tiene una razón de ser, en todo caso, un ser para algo.
El se preocupo por aproximar a la filosofía más que a las palabras conocimiento o conocer, a las palabras pensar o pensamiento, realizo intimar la palabra filosofía con la de arte más que con la palabra ciencia, ya que, en última instancia, para esta última la filosofía entendida como la plantea Heidegger, preguntar por el ser y por la nada significaría enfrentarse con el delirio de toda razón.
Cuando Heidegger nos dice:
“lo dicho hasta ahora, y toda la dilucidación que sigue, no tiene nada que ver con la ciencia, y ello precisamente cuando la dilucidación podría ser un pensar. El fundamento de este estado de cosas está en que la ciencia no piensa”.
Heidegger dice que la ciencia no piensa, la esencia de la ciencia aún se desconoce no se sabe, resultaría imposible entenderla a partir de la ciencia misma, dado que esta se concentra en comprobar los supuestos que ella misma establece bajo ciertos parámetros, sin los cuales las variables a considerar serían completamente imposibles de determinar, por tanto los resultados serían impredecibles.
Sólo la ciencia no se ocupa de pensar sino de demostrar que bajo los supuestos, los escenarios controlados, y la información obtenida de manera física, empírica y positivista, le dan al hombre la certeza de tener un control sobre su entorno y ambiente. Es decir, niega el valor de la ciencia, sino simplemente la coloca en el lugar correcto según Heidegger; su utilidad se encuentra en la aplicación de sus teorías y herramientas a la vida cotidiana, más no por esto se puede considerar que piense, entendiendo el pensar en los términos que plantea Heidegger.
Advierte de los peligros de la técnica, cuando ésta menoscaba nuestra relación originaria con el ser y nos hunde en la facilidad, la dependencia de los entornos, instrumentalizándonos a nosotros mismos y dejándonos atrapar por los propios objetos que hemos creado, como es el caso en nuestro día la tecnología.
El desglosa el pensar como una actividad manual. Para Heidegger el pensar está siendo en todo momento complementado por el sujeto, por el transporte de las ideas, por el cuerpo que materializa el pensamiento.
Así, para Heidegger pensar no tiene que ver con la ciencia, con las causas y los efectos, con la descripción de los entes, sino que supone un cierta relación en captar el ser, en una difícil pero grata tarea, ya que el ser se da ocultándose. Así, en esta etapa posterior a Ser y Tiempo,
La simple presentación que, como los datos científicos que únicamente concluyen dentro de los parámetros de los que están establecidos en cada muestra, no permite entender realmente nada en sí, se pierde de manera intrascendente, el descubrimiento de lo que significa pensar.
Por lo anterior, para Heidegger el momento en el que se descubre la verdadera raíz de ese impulso por pensar sólo puede ser a través de la parte sensible del hombre como está relación entre ente y realidad se conjugan para que sea el ente en el que determina lo es en sí mismo, haciendo del ser humano esencia de su propio pensamiento.
La nueva relación entre Ser y Hombre desarrollada por Heidegger, implica que por fuera de la concepción de la metafísica donde el ser era pura presencia, ahora el ser es un acontecer, acontecimiento o “evento” que necesita del hombre para realizarse. El hecho de procurarle al ser no es un sentido accidental y contingente, sino su esencia en el acontecer mismo.
Heidegger, va a centrarse en el lenguaje poético y el arte, como lugares donde puede darse esta difícil captación de lo que resulta, sin embargo, lo más sencillo. No es pues la búsqueda metafísica, por supuesto, de un fundamento o sustento.
Heidegger comienza a desdoblar conceptos fundamentales de la filosofía de “Nietzsche, el súper hombre y el eterno retorno de lo mismo,” en donde Heidegger encuentra, según su pensamiento, el hilo conductor del pensamiento entre el pensar más congruente con lo que se ha venido planteando en todo momento.
Nietzsche habla del punto, el hombre está en una constante ruptura con el pensamiento impuesto, primero por la angustia de encontrarse infeliz, después comienza a crear sus propios principios y a vivir según sus propias reglas, hasta eventualmente caer en cuenta, de que sus propios conceptos deben volver a ser quebrados y levantar todo de nuevo.
En el momento que Nietzsche explica la redención de la venganza poniendo en manifiesto el conflicto entre el “querer” y el “fue”, entendiendo que, el “querer” no puede hacer nada contra el “fue” puesto que se encuentra atrapado en un tiempo que ya no existe.
Es aquí la raíz con la que el hombre enfrenta su “querer “contra la noción de un tiempo que se ha ido.
Heidegger nos dice “El rasgo fundamental del pensar es el representar. En el representar se despliega el percibir. El representar mismo es representación (poner – delante.). Pero ¿por qué el pensar descansa en le percibir? ¿Por qué el percibir se despliega en el representar? ¿Por qué el representar es representación?.
Según Heidegger la presentación ante la realidad, la consciencia del momento presente permite representarse ante las cosas de una manera autentica y completa, y es de estos encuentros que sé puede llegar a entender al pensamiento en sí, por medio de los sentidos los hombres podemos acceder a conocer nuevas cosas que de otra forma jamás formarían parte de nosotros.
Durante el desarrollo hemos aprendido a ver la esencia del pensamiento se determina desde lo que da que pensar, desde la presencia de lo que se hace presente, desde el ser del ente. El pensar está relacionado con la filosofía pero no con las ciencias, el ser humano siempre pensamos y desarrollamos ese ser pensante.
No pensamos porque pensamos que pensamos, ya que pensamos que pensar consiste en hacer representaciones de ideas en la mente; y eso es algo que todos sabemos hacer, y hacemos permanentemente. No estamos pensando porque el olvido nos hace pensar que si estamos pensando. No sólo hemos olvidado el ser originario que abrió nuestra historia sino que hemos olvidado que lo hemos olvidado: constituye un punto ciego.
Mantener el significo propiamente del pensar, es lo que mantiene en nuestra esencia lo hace solamente mientras nosotros mismos mantenemos ese pensar. Lo pensado es lo dotado de recuerdo por el hecho de que nosotros tenemos a ello. Solamente si tenemos a aquello que es en sí lo que ha de ser pensado, somos capaces de pensar. Para ser capaces de pensar se requiere que aprendamos a pensar.
Este recorrido por el pensar de Heidegger, nos guiamos por un camino lleno de aclaratorias y afirmaciones, que nos dieron pie a cual sería ese pensar y que nos quería decir Heidegger.
Ese pensar, que parte de ese hombre, ser humano, que puede pensar pero no lo hace; según diferentes causas que lo llevan a no pensar o no querer pensar. Esas causas son porque no sabemos pensar y no aprendemos hacerlo, no comprendemos. Ese pensar que debe ser un hecho no científico, que no sigue los postulado de la ciencia, la cual no tiene relación con el hecho de pensar. Nace del propio ser del hombre, un hecho que por su naturaleza es el pensar.
Este tiempo que vivimos, en esta sociedad que actuamos reclama de un pensar, este tiempo, la sociedad reclama ser pensador. Un modo mediante el cual nos enfrentamos a nuestro tiempo. La sociedad que estamos esta en un “tiempo que da qué pensar”, pero rápido, el que piensa pierde, la lentitud no es para estos tiempos.
Para concluir con las últimas líneas de Heidegger que nos dice:
El porvenir esencial del ser del ente no está pensando. Lo que propiamente está por pensar queda reservado. Todavía no se ha convertido en digno de ser pensado por nosotros. Por esto nuestro pensar aún no ha llegado propiamente a su elemento. Todavía no pensamos de un modo propio. Por esto nos preguntamos: ¿qué quiere decir pensar?.
Referencia bibliográfica
HEIDEGGER, M. (1951). “Qué quiere decir pensar”http://www.heideggeriana.com.ar/textos/decir_pensar.htm. Octubre de 2011.
viernes, 14 de octubre de 2011
¿QUE QUIERE DECIR PENSAR?. MARTIN HEIDEGGER.
Doctorante Ciencias de la Educación. UNERMB. Sección 03.
Profesora: Dra. Ligia Malavé.
¿Qué Quiere decir Pensar?
Martin Heidegger, influyo en la filosofía del existencialismo del siglo XX, oponente en pensamiento a la “metafísica”, estudioso de la filosofía contemporánea y llego a plantear que “el problema de la filosofía no es la verdad sino el lenguaje”. Influyente en muchos pensadores y crítico de Husserl.
A través de la fenomenología propuso que ésta debe poner de manifiesto qué hay oculto en la experiencia común diaria. Lo cual lo expuso en su libro “El ser y el tiempo” (1927), al describir lo que llamaba la “estructura de la cotidianidad”, o “ser en el mundo”.
Para Heidegger, el ser humano, es lo que uno hace en el mundo, y como, la acción humana se compone de un dominio directo de los objetos, no es necesario situar una entidad especial mental, llamada significado, para explicar la intencionalidad.
En el desarrollo de sus pensamientos explica: lo gravísimo que es que aún no se esté pensando, la diferencia entre pensar y opinar, y la importancia de analizar a profundidad el concepto alrededor de este planteamiento; crítica fuertemente a las ciencias dado que no piensan y que se basan en la técnica, desconociendo por completo la esencia misma de la ciencia; retoma conceptos sobre el súper hombre de Nietzsche y en general de toda la filosofía de este filosofo y cómo la figura del eterno retorno a lo mismo, define en gran medida la asimilación del ser y del pensar.
Que tengamos la capacidad de pensar, no significa que lo hagamos
Heidegger dice, que no pensamos solo por el hecho de tener la capacidad de hacerlo, esto no es razón para decir que pensamos, sin embargo es una manifestación que proviene del inconsciente, y que es una manifestación de la esencia del pensar mismo. Es decir este ser del pensar se encuentra en nosotros y se comienza a manifestar por medio de nuestra interacción con el mundo fáctico y de hecho sólo así, es que puede descubrirse a sí misma la esencia del pensar.
Es en este punto donde Heidegger después de algunos acercamientos iniciales a la que es el pensar, comienza a explicar que el conocimiento como lo conocemos, se basa en la parte práctica del pensar, se centra en lo que pensar, da que pensar, y estas cuestiones se quedan atrapadas sólo en las descripciones de la vida fáctica y jamás abundará en la esencia misma o el fin primigenio del lo que significa pensar.
Partiendo de lo anterior, Heidegger dice que la ciencia no piensa, por un lado, la esencia misma de la ciencia aún se desconoce, y resultaría imposible entenderla a partir de la ciencia misma, dado que esta se concentra en comprobar los supuestos que ella misma establece bajo ciertos parámetros sin los cuales las variables a considerar serían completamente imposibles de determinar, por tanto los resultados serían impredecibles.
Sólo mientras la ciencia no se ocupa de pensar sino de demostrar que bajo los supuestos, los escenarios controlados, y la información obtenida de manera física, empírica y positivista, le dan al hombre la certeza de tener un control sobre su entorno, llamado naturaleza. Lo cual no demerita en nada el valor de la ciencia, sino simplemente la coloca en el lugar correcto, su utilidad se encuentra en la aplicación de sus teorías y herramientas a la vida diaria, más no por esto se puede considerar que piense, entendiendo el pensar en los términos que los plantea el autor.
Enseñar a aprender, y el pensar como una actividad manual
Retomando los primeros acercamientos a lo que significa pensar y haciendo la diferenciación entre las ciencias y el pensar, Heidegger señala como crucial la relación entre el alumno y el maestro, el maestro debe ser lo suficientemente hábil y dócil, para poder transmitirle el conocimiento a los alumnos, pero no sólo eso, sino que además debe enseñarle al alumno como es que debe ir asimilando dichos conocimientos de tal forma que éste se pueda habilitar en el descubrimiento y la obtención de conocimiento por sí mismo, si bien con la ayuda de herramientas académicas, pero en definitiva movido por el deseo de aprender.
Con este principio, Heidegger desglosa el pensar como una actividad manual, comparándola con un fabricante de armarios, dado que es un acto aprendido, que se puede tener en cuenta el proceso y que de manera invariable el artesano le imprime parte de sí mismo en la creación particular. Para Heidegger el pensar está siendo en todo momento complementado por el sujeto, por el transporte de las ideas, por el cuerpo que materializa el pensamiento.
Heidegger dice que el pensar ya se manifiesta en los hombres aún antes de empezar a ser pensar, el significado de pensar está en el ser y es esa estancia casi inconsciente la que comienza a despertar las primeras dudas sobre el significado de ¿qué significa pensar?
Lo anterior proviene de la creencia de Heidegger que el pensar está en nosotros desde siempre, y que él se nos va mostrando hasta que nos hacemos la pregunta sobre que significa pensar, sin embargo por medio del pensamiento mismo no se puede desdoblar semejante concepto dado que se limitaría de manera retórica a repetir lo mismo una y otra vez. Heidegger cree que la única manera de que es pensar, similar a la esencia misma del ser o en este caso del pensamiento mismo, o como parte de la esencia misma del hombre, sólo por medio de vivir abierto a la vida, la vida fáctica. Salir y experimentar y absorber por medio de los sentidos lo que efectivamente es real, y en donde efectivamente se esconde la respuesta a la pregunta que significa pensar.
Nietzsche, el súper hombre y el eterno retorno de lo mismo
Heidegger desdobla los conceptos fundamentales de la filosofía de Nietzsche donde encuentra, según su pensamiento, el hilo conductor del pensamiento más congruente con lo que se ha venido planteando en todo momento. Nietzsche habla del punto en el que el hombre está en una constante ruptura con el pensamiento impuesto, primero por la angustia de encontrarse infeliz, después comienza a crear sus propios principios y a vivir según sus propias reglas, hasta eventualmente caer en cuenta, de que sus propios conceptos deben volver a ser quebrados y levantar todo de nuevo.
En el momento en que Nietzsche explica la redención de la venganza poniendo en manifiesto el conflicto entre el “querer” y el “fue”, entendiendo que, el “querer” no puede hacer nada contra el “fue” puesto que se encuentra atrapado en un tiempo que ya no existe. Es aquí la raíz con la que el hombre enfrenta su “querer “contra la noción de un tiempo que se ha ido.
Representación y presentación
Después de comprender un poco más sobre esta parte de la Filosofía de Nietzsche y la fundamentación de Heidegger en dichas ideas, así como la determinación de que las ciencias no piensan. Es importante explicar lo que según Heidegger es la diferencia fundamental entre la verdadera respuesta a la pregunta sobre que significa pensar. Según Heidegger la presentación ante la realidad, la conciencia del momento presente permite presentarse ante las cosas de una manera autentica y completa, y es de estos encuentros que sé puede llegar a entender al pensamiento en sí, por medio de los sentidos los hombres podemos acceder a conocer nuevas cosas que de otra forma jamás formarían parte de nosotros.
En oposición a la simple presentación que, como los datos científicos que únicamente concluyen dentro de los parámetros de los que están establecidos en cada muestra, no permite entender realmente nada en sí, se pierde de manera intrascendente, en términos ontológicos, para el descubrimiento de lo que significa pensar.
Por lo anterior para Heidegger el momento en el que se descubre la verdadera raíz de ese impulso por pensar sólo puede ser a través de la parte sensible del hombre como está relación entre ente y realidad se conjugan para que sea el ente en el que determina lo es en sí mismo, haciendo del ser humano esencia de su propio pensamiento.
Las preguntas, que nos llevan a la pregunta misma. ¿Qué significa Pensar?
Según Heidegger, hay cuatro preguntas que se desprenden de la pregunta misma, o mejor dicho, cuatro posibles sentidos con los cuales podrían interpretarse dicha pregunta, y son las siguientes:
¿Qué es lo que no incita a pensar?
¿Qué es lo que se entiende por pensar?
¿Para qué es que sirve pensar?
¿Qué es ese que se denomina pensar?
Siendo la primera la pregunta que, según Heidegger, contiene el mayor peso ontológico porque al explicarse se desenvuelve la respuesta y el desarrollo de las otras, es aquí donde él comienza con el desenvolvimiento y el desarrollo de la palabra “significar”.
Estas preguntas se encuentran intrínsecamente relacionadas, de las cuales, la más importante es la que logro interpretar en ¿qué es lo que nos lleva imperiosamente a pensar? A lo largo del libro Heidegger aborda también el ocultamiento del Ser dado en la historia de la metafísica occidental, que ha adoptado un conocimiento “representativo” y plano cuya principal consecuencia es la extensión de la técnica en el mundo. A pesar de ello, subyace una llamada a pensar verdaderamente, de un modo que tiene que ver con la respuesta agradecida a lo que nos llama y la memoria.
Así, Heidegger acude a los orígenes griegos de occidente para analizar e interpretar una frase de Parménides que manifiesta esta necesidad primigenia del pensar más allá de lo representativo. En ella se manifiesta la llamada a atender lo que en los entes se muestra ocultándose. Se trata de tomar conciencia de esa tenue presencia que sin embargo es lo más sobrecogedor a lo que cabe acogerse.
El hombre piensa, en la medida que responde a ello con el lenguaje limpio de la manipulación técnica con la que lo usamos. Es decir, no se trata de agarrar algo y servirnos de ello, sino de lo contrario. Una cierta pasividad que deja que el ser sea, que reluzca en las cosas.
En esta lectura, dice Heidegger, “(…) hemos aprendido a ver que la esencia del pensamiento se determina desde lo que da que pensar, desde la presencia de lo que se hace presente, desde el ser del ente. El pensar es por primera vez tal cuando conmemora el eón, aquello que esta palabra dice propiamente, o sea, tácitamente. Eso es la duplicidad de ente y ser. Semejante duplicidad es lo que propiamente da que pensar. Lo que así se da es el don de lo más merecedor de pensarse”.
El pensar, superando las cadenas causales, lo representativo, el binomio sujeto-objeto de la modernidad, lo presente, intenta atender y recibir este don, acogerlo y acogerse en él, tomarlo en consideración y confiarlo en un decir, en el hablar originario del lenguaje. Para esto hay que mirar de otro modo, sub-yaciendo, que ha de desvelarse a condición de que toda mirada a lo representativo deje de mirar a lo representativo.
Así, para Heidegger pensar no tiene que ver con la ciencia, con las causas y los efectos, con la descripción de los entes, sino que supone un cierto vaivén que se esfuerza en captar el ser, en una difícil pero grata tarea, ya que el ser se da ocultándose.
Es como, en esta etapa posterior a Ser y Tiempo, Heidegger va a centrarse en el lenguaje poético y el arte como lugares donde puede darse esta difícil captación de lo que resulta, sin embargo, lo más sencillo. No es pues la búsqueda metafísica, por supuesto, de un fundamento o sustento. Aun más, uno lo encuentra próximo a la nada, de manera que Heidegger en absoluto remite ni a Dios ni a la teología, tampoco a la antropología y menos a la idea afirmativa y fuerte del ser que es primer principio en la metafísica tradicional. Él busca al ser en el hablar pero como lo que al mismo tiempo es silencio y nada.
Leer y mucho más allá releer el pensamiento y la postura del autor, permite internalizar los siguientes aspectos de la lectura; el hombre solo es capaz de pensar en aquello que le resulta interesante y es tomando en consideración como un hecho importante para la vida, y que realmente resultante trascendental demostrarle atención.
Es a través de la memoria que hacemos nuestro todo hecho pensado, es mediante esta facultad física, o expresada desde el punto de vista de la filosofía escolástica una de las potencias del alma “la memoria”, que se toma en consideración lo que descansa en el pensar.
La manera argumentativa de Heidegger es impresionante, si bien utiliza la retórica con profundidad y resulta profundamente complejo de leer y entender, Heidegger logra desenmarañar conceptos concretos a partir de argumentaciones lógicas.
En cierta sintonía con la filosofía lógica de Ludwig Josef Johann Wittgenstein podemos ver esa necesidad de Heidegger de volver a la esencia de las palabras por como suenan, por como lo dicen y por quien lo dicen, en algún momento se refiere a lo que es el lenguaje propiamente y al lenguaje ordinario.
Heidegger expresa el mismo principio de ser y tiempo sobre el ser al pensar, pues de igual forma que el ser se descubre así mismo en lo que denomina el “dasein” el sentido primigenio del pensar se encuentra perse en nosotros, y es el mismo quien obliga a ser descubierto.
Invariablemente Heidegger tiende con esta forma de pensar y filosofar, a enviar un mensaje ético, dado que pareciera ser que no hay una manera distinta de descubrir al ser en sí o al significado primero de pensar, y más aún de cualquier cosa que posea una esencia en sí, si no es por medio de la filosofía y los “pasos” por llamarlos de alguna manera de la filosofía Heidegeriana.
Es degustable que el autor no solo nos lleva a pensar desde un aspecto científico, o filosófico, sino que va a un hecho mucho mas ligado a lo interno del ser humano, nos expone el ¿qué quiere decir pensar?, desde la poesía, cuando increpa las posiciones que no hay duda de que mientras definamos el pensar desde una óptica lógica, no podemos trascender a que el poetizar descansa en la exaltación de aspectos que forman parte de nuestra memoria, de nuestro espíritu, de nuestra vida y es aquí donde radica el pensar.
El destino fundamental del ser del ente no está pensado. Lo que realmente está por pensar queda circunspecto. Aun no ha llegado al umbral de ser pensado por nosotros. Por esto nuestro pensar incluso no ha alcanzado debidamente a su elemento. Seguimos sin pensar de un modo propio. Por esto continuamos con la pregunta ¿qué quiere decir pensar?
Trasladando la lectura de Martin Heidegger a poesía y expresión del hombre, me permito concluir este análisis con el pensamiento de un gran Maestro, el cual vino a mi memoria - pensamiento- al realizar la segunda lectura del autor, al decir Maestro me refiero al Gran Poeta, al “Vikingo” de Cabure, quien en unas de sus únicas, interesantes y complejas conversaciones expreso lo siguiente;
“La gente lee lo que le interesa, recuerda lo que practica y practica lo que resuelve sus problemas”
Hugo Fernández Oviol.
Puedo decir ¿qué quiere decir pensar?, de Martin Heidegger doy respuesta con las palabras del poeta Hugo Fernández Oviol.
Bibliografía.
Heidegger, M. (2005) ¿Qué significa pensar? 1ª edición. Terramar, La Plata, Argentina.
Le May, E., Pitts y Gordon P. (1994). Heidegger para Principiantes. Argentina: Era Naciente.
Referencias.
Heiddegeriana. Heidegger en castellano. “Qué quiere decir pensar” http://www.heideggeriana.com.ar/textos/decir_pensar.htm. Marzo de 2011.
¿Qué significa pensar? Quinta lección. http://homepage.mac.com/eeskenazi/heideggerpensar.html. Abril de 2011.
miércoles, 12 de octubre de 2011
Wittgenstein: Los Juegos del Lenguaje
Wittgenstein se enmarca en la Viena de finales del siglo XIX. Hijo de un rico industrial del acero y de una madre artista, música, Ludwig encarnará ambas pasiones y tendencias. Es científico, técnico y artista al mismo tiempo y con igual intensidad. Su planteamiento básico en esta etapa es que la proposición es la figura lógica de un hecho. Sin embargo, existen usos lingüísticos que no describen hechos ni denotan nada; tampoco hay una lógica que abarque todos los juegos de lenguaje posibles.
Sus obras Tractatus logico-philosophicus, Investigaciones Filosóficas.
El papel que cumple el lenguaje en el conocimiento es de sumo interés en todos los ámbitos del saber. El lenguaje constituye el medio por el cual es posible transmitir el conocimiento.
En las Investigaciones filosóficas, Wittgenstein no presenta una definición del lenguaje clara y distinta que pudiéramos llamar definición esencial del lenguaje. Sí nos ofrece una serie de “definiciones”, a modo de introducción, muy variadas, pero sin otorgar a ninguna el derecho de exclusividad. Cada una de ellas refleja un aspecto del lenguaje, nos muestra algo acerca de qué es el lenguaje.
Para Wittgenstein el lenguaje es “una forma de vida” (19), “un laberinto de caminos”(203); es una “técnica” (199), “un instrumento” (569); el lenguaje está basado en la “convención”(355); es un sistema de comunicación (3); el lenguaje no es sólo “hablar acerca de las cosas” (27), no tiene una sola y única.
No existe un lenguaje ideal, “perfecto”, que nos mostraría la esencia del lenguaje, lo que el lenguaje realmente es y cuyo descubrimiento sería el objetivo final de la investigación sobre el lenguaje.
Wittgenstein denomina con una categoría propia: juegos de lenguaje.
«Podemos también concebir todo el proceso de usar palabras en (2) como uno de esos juegos a través de los cuales los niños aprenden su lenguaje nativo. Llamaré a estos juegos “juegos de lenguaje” y a veces hablaré de un lenguaje primitivo como de un juego de lenguaje. Y los procesos de nombrar las piedras y de repetir palabras tras alguien pueden también ser llamados juegos de lenguaje... También llamaré a la totalidad, consistente en el lenguaje y las acciones en las que está entretejido, “el juego de lenguaje”». (7)
Podemos presentar una multiplicidad de juegos de lenguaje en estos ejemplos y en otros:
• Dar órdenes y actuar siguiendo órdenes
• Describir un objeto por su apariencia o por sus medidas
• Fabricar un objeto de acuerdo con una descripción (dibujo)
• Relatar un suceso
• Hacer conjeturas sobre el suceso
• Formar y comprobar una hipótesis
• Presentar los resultados de un experimento mediante tablas y diagramas
• Inventar una historia; y leerla
• Actuar en teatro
• Cantar a coro
• Adivinar acertijos
• Hacer un chiste; contarlo
• Resolver un problema de aritmética aplicada
• Traducir de un lenguaje a otro
• Suplicar, agradecer, maldecir, saludar, rezar.
Para Wittgenstein, un lenguaje es un conglomerado de juegos, los cuales estarán regidos cada uno por sus propias reglas.
El aporte educativo del juego del lenguaje de Wittgenstein, esta en el aprendizaje de una lengua extranjera se aprenden listados de palabras y reglas gramaticales, fijando símbolos a las cosas; ya que una persona no conocedora del nuevo lenguaje que estudia, lo único que hace es asociar nombres a objetos e indicar sus características con nuevas palabras asociadas a nuevos adjetivos.
La opinión de Wittgenstein frente al lenguaje y esta frente al aprendizaje de una nueva lengua extranjera es muy similar, porque ambas son llevadas a cabo por asociaciones que nos impiden tener un conocimiento total y objetivo de los símbolos.
Y el siguiente video sobre los juegos del lenguaje de Wittgenstein
martes, 11 de octubre de 2011
Ilya Prigogine
Eudorielyn Rita Linares Peña.
C.I.N° V- 14489538.
Doctorante Ciencias de la Educación. UNERMB. Sección 03.
Profesora: Dra. Ligia Malave.
Los aportes de Ilya Prigogine, son relevantes, ya que, ha trascendido su área específica como lo es “la física”, para incidir a otras disciplinas como la filosofía de la ciencia, la psicología o la sociología.
Las teorías de Prigogine son parte de la búsqueda de un nuevo paradigma, de una nueva concepción de la ciencia y de las descripciones que ella hace de la naturaleza.
Los aportes de Prigogine dan respuesta a la necesidad de integrar las disciplinas que permitan crear una armonía entre la naturaleza, y el hombre como parte integrante de ella. Sus aportes son fundamentales, tanto en su trabajo específico que abre las puertas de la ciencia al estudio de la complejidad y de la flecha del tiempo, como en su búsqueda de integración con otras disciplinas y su trabajo en pro de una nueva alianza y de un diálogo fecundo entre la ciencia y la filosofía.
Entre las concepciones que Prigogine plantea se encuentran las siguientes:
• La transformación de la ciencia, presentada como la evolución de la ciencia a partir de dos concepciones del universo físico en conflicto: la imagen estática y la imagen evolutiva; el cual se encuentra avanzando hacía nuevas síntesis, hacía un nuevo naturalismo, dirigida hacía una imagen de mundo autoorganizándose espontáneamente. Todo esto expresado en su libro “La nueva alianza. Metamorfosis de la ciencia”.
• Como especialista en termodinámica, realizó investigaciones teóricas sobre la termodinámica clásica en el estudio de los procesos irreversibles con la teoría de las estructuras disipativas, enfocada hacía la teoría del calor, sus flujos y transformaciones. Siendo un aporte fundamental en la nueva concepción evolutiva de la naturaleza. Los resultados de estos estudios se encuentran expuestos en su libro “La teoría del Caos”.
• En 1977 fue galardonado con el premio Nobel de Química y en el año 1988 la Revista Correo en su edición número 05, publica un conjunto de aportes de premios Nobel, donde Prigogine expresa “Una nueva convergencia de la ciencia y la cultura”, donde expone “La ciencia es un fenómeno cultural en toda su complejidad”. La ciencia que hoy llamamos clásica surgió de una cultura en la que dominaba la idea de la alianza entre un hombre en el orden divino y el orden natural.
Ahora bien, la metamorfosis de la ciencia, abre las puertas de esta ciencia al estudio de la complejidad partiendo de la flecha del tiempo y conformando una nueva imagen del universo, donde se expresa una transformación irreversible de nuestra relación con la naturaleza.
En la modernidad se disocio la vieja alianza entre el conocimiento científico y filosófico, entre el alma y el cuerpo, entre el arte y la ciencia.
Con esto se muestra al sujeto como un observador imparcial y el objeto, realidad independiente del sujeto. Esta dicotomía en el campo del conocimiento refleja la separación entre la cultura científica objetivista, que se ocupa de la materia y las leyes, y la cultura humanista subjetivista, que se ocupa del alma y las expresiones. Permitiendo la separación entre las dos culturas que corta la filosofía de una de sus fuentes tradicionales de reflexión y a la ciencia de los medios de reflexionar sobre la practica.
La flecha del tiempo expresa que la vida es irreversible que ocurre del nacimiento a la muerte, de la simplicidad a la complejidad, del orden al desorden, de la ameba al homo sapiens, del calor al frio, es decir, la existencia de una flecha del tiempo que nos permita establecer con claridad una dirección que apunta desde el pasado hacía el futuro.
En cuanto a la termodinámica, sus contribuciones se refieren a sistemas que no están en equilibrio, proponiendo la extensión a sistemas que se apartaban considerablemente del equilibrio, que son los que tienen lugar en el mundo real. Demostró que en esas condiciones de no equilibrio una nueva forma de estructuras puede existir y las denomino, estructuras disipativas para realzar el hecho de que solo pueden existir en conjunción con su entorno.
Con esta postura explica que los orígenes de la vida no fueron coincidencia y que cabe la posibilidad de que se lleguen a seguir sus rastros. Contribuyendo con esto significativamente a la comprensión de los procesos irreversibles.
Mediante el planteamiento de las estructuras disipativas propone nuevos conceptos que abre un diálogo entre “el hombre y la naturaleza”, con proyecciones epistemológicas que trascendieron al campo filosófico en los planos de la percepción y la construcción de la realidad.
La acertada extensión de la teoría termodinámica a sistemas alejados del equilibrio, que solo puede existir en conjunción con su entorno.
Los estudios de la termodinámica estuvieron planteados en el postulado de Joule en el siglo XIX, en el principio de la conservación de la energía “La energía no se crea ni se destruye, solo se transforma”, es aquí cuando Prigogine propone la separación de lo ideal reversible de lo real irreversible, ya que, una gran parte de la energía se disipa, como el calor y no podemos recuperarla, es imposible una maquina en movimiento perpetuo, debido a que por ingeniosos que sea su diseño, no toda la energía se puede convertir en trabajo.
Ejemplos de la irreversibilidad se expresan en lo siguiente; al unir agua caliente y agua fría se logra agua tibia, los dos líquidos nunca vuelven a estar separados, la diferencia de temperatura entre ambos recipientes es cada vez menor, el desequilibrio inicial va disminuyendo; un efecto similar lo representa unir pintura amarilla con azul, al cabo de un instante tendremos pintura verde y no lograremos revertir el efecto.
Estas situaciones ocurren de la misma dirección del desequilibrio al equilibrio, del orden al desorden, hacia una entropía cada vez mayor.
Cualquier sistema físico aislado tomará espontáneamente el camino del desequilibrio cada vez menor, se hará cada vez más homogéneo. Esto es lo que representa el segundo principio de la termodinámica, indica que la entropía de un sistema crece constantemente o permanece constante, que la dirección espontánea de cualquier proceso es siempre desde un mayor nivel de estructuración a uno menor.
Prigogine desde su Termodinámica No Lineal de los Procesos Irreversibles (TNLPI) describe cómo, en situaciones lejos del equilibrio, se forman nuevas estructuras (en adelante llamadas estructuras disipativas), y denominó orden mediante fluctuaciones a la dinámica de formación de tales estructuras.
La TNLPI marca otra derrota histórica de la concepción determinista en la física, introdujo el concepto de historia en física: ya no hay una sola trayectoria posible, en las bifurcaciones el azar a elegido un camino y descartado otros, podemos construir la historia natural del sistema. Un mundo imprevisible totalmente sería inhabitable para ser vivientes y un mundo totalmente estable sería insoportable para seres conscientes.
Los seres vivos pueden ser considerados estructuras disipativas sujetas a fluctuaciones que pueden amplificarse hasta implicar una reorganización total en un nivel más complejo (una nueva especie). El desarrollo humano, tanto individual como social, también puede expresarse en términos de estructuras disipativas, fluctuaciones y creación de nuevas organizaciones.
Otro hecho de la irreversibilidad lo constituye la flecha del tiempo, ya que, en nuestra vida cotidiana, distinguimos claramente lo que ya ha sucedido (nuestra infancia) de lo que no aconteció (nuestra muerte). Sin embargo, en el marco conceptual de la física clásica esta experiencia no tiene sentido. Las leyes newtonianas son reversibles, funcionan en ambos sentidos del tiempo. La vida, en cambio, es irreversible: del nacimiento a la muerte; al igual que la evolución biológica que procede de la simplicidad a la complejidad.
La termodinámica clásica vino a poner las cosas en su lugar al plantear por primera vez en la física moderna la existencia de una flecha del tiempo que nos permite establecer con claridad una dirección que apunta desde el pasado hacía le futuro.
En relación a una nueva convergencia de la ciencia y la cultura, Prigogine plantea que la ciencia es un fenómeno cultural en todo su complejidad, la ciencia que hoy se llama clásica surgió de una cultura en la que dominaba la idea de la alianza entre un hombre situado en el límite entre el orden divino y el orden natural y un dios legislador e inteligible.
El triunfo de la ciencia clásica, por importante que haya sido para el progreso de nuestros conocimientos, trajo consigo un divorcio entre el hombre y el mundo cuya importancia nunca podrá alcanzarse. Por un lado, el mundo exterior opuesto a nuestro mundo interior en el que, con razón o sin ella, vivimos un tiempo que crea la novedad y en el que nos reconocemos una libertad de elección que fundamenta la idea de racionalidad.
Surge una dicotomía que afecta inmensurablemente a una inserción inestable de la ciencia en la cultura, en diversos ámbitos como la economía y la evolución de las sociedades.
En cuanto a la noción de complejidad, también ha sido objeto de una minuciosa revisión, para la ciencia básica el orden iba asociado con el equilibrio y el desorden con el no equilibrio. Esta relación se haya invertida hoy en día. El no equilibrio crea estructuras cuya coherencia sobrepasa ampliamente la de las estructuras de equilibrio que describía la ciencia clásica.
Se ha roto la antigua alianza; el hombre sabe que esta solo en la inmensidad indiferente del Universo de donde ha surgido por casualidad. Actualmente aparece un nuevo naturalismo y se percibe una nueva solidaridad entre el hombre y los demás seres vivos, incluso toda la biosfera.
En nuestros días la ciencia muestra una cultura más naturalista, una nueva alianza entre el hombre y la naturaleza, un mayor respeto a la dignidad humana, Prigogine plantea que la nueva convergencia de la ciencia y la cultura debe llevar a la contribución importante de hacer ciencia de la mano con la cultura, construir desde lo científico pero con un gran sentido humano.
La formación de sistemas disipativos ordenados demuestra que es posible crear orden del desorden, la descripción de estas estructuras condujo a muchos descubrimientos fundamentales y tuvo aplicación en diversos campos, no solo en la química, sino en la biología y en los sistemas sociales.
Se opuso a Einstein por el papel que atribuyo a azar, estudio el caos, la incertidumbre y el no equilibrio, no admitió una concepción determinista del universo.
Sostuvo que la ciencia es un elemento de la cultura, planteo su trabajo como una reconciliación porque demuestra que el problema del tiempo puede ser abordado por la ciencia y desemboca en filosofía.